domingo, 2 de junio de 2013

Avión: esa inmensa lata de conservas de humanos, que vuela!

Avión: también denominado aeroplano, es un aerodino de ala fija, o aeronave con mayor densidad que el aire, provisto de alas y un espacio de carga capaz de volar impulsado por uno o más motores Esta sería y no la del título,
la definición correcta según alguien que, bajo un ataque de inspiración extra cósmica, así lo describió por algún lado. Sin embargo, la más fiel, técnicamente hablando es, sin lugar a dudas, la del título. Caben muchas mas definiciones y estoy seguro que cada individuo que haya tenido la triste experiencia de viajar en avión habrá acuñado la suya propia. Y ninguna, de esto también estoy seguro,


será favorable al tan espantosamente incomodo artilugio. Todos estaremos de acuerdo en que viajar, por turismo, es uno de los mayores placeres que existen. Pero hacerlo con la obligatoriedad de tener que coger un avión, ñosh! eso es otra cosa, aaamigo. Y les cuento: Por cuestiones de trabajo, yo he tenido que hacer mas horas de vuelo que una gaviota huérfana. Pero entonces era otra época y aunque lo de volar por obligación se me hacía cuesta arriba, la empresa para la que he trabajado toda mi vida, Autónomo S.L, estaba bien, mas o menos y me permitía ciertos caprichitos, como por ejemplo, volar en primera. Pero ¡ojo!, no la primera de ahora, sino la de entonces. Por lo que el viaje, acompañado por unas algo caducas pero agradables y antaño, seguro, bellas aeromozas, que te servían de la botella, cuantos güisquis se te antojaban y totalmente gratis, sin duda se te hacía mas llevadero. La diferencia con la primera de hoy, que ya no se llama primera, casi no vale la pena describirla, pues quien haya volado en turista, cosa que ahora hago yo siempre, ya sabe lo que es primera: ese compartimento en la parte delantera del avión, separado por una cortinillas que se corren según el número de auto flagelados del momento y donde estos, los auto flagelados, ocupan un espacio exactamente igual de angosto que los de la parte trasera, pero habiendo pagado, por ello, mucho mas.

Ese habitáculo, el de primera, hoy, como siempre, suele estar ocupado por políticos, gorrones asalariados, enchufados, subvencionados, esnobs, horteras, chiquilicuatres, amiguetes y jetas. Antiguamente también podías, además, encontrarte con gente que, con el esfuerzo de su propio bolsillo, se querían dar lo que por entonces sí se podía considerar un pequeño homenaje. Mi mujer y yo mismo ocupamos hace muy poco, en un vuelo de un par de horas, dos de esos “tronos” privilegiados, como consecuencia de haberme encontrado, en el mostrador de facturación a un compañero de la infancia que ejercía de coordinador o algo así, para la compañía aérea. Convencido el hombre que ofreciéndome, gratis, un lugar en tan preciado firmamento, me haría feliz, pues me lo ofreció y yo, por aquello de viajar en una Clase Superior, por el mismo precio de una inferior, acepté encantado de, aunque por un solo viaje, entrar en la categoría de los enchufados. Pude corroborar lo anteriormente dicho: sentados/as no había mas que aquellos especímenes ya mencionados. Pero esa invitación de mi amigo a adentrarme en un más allá de las cortinillas, también me permitió comprobar y que sirva de recomendaciones que: 1º.- El espacio infinito, tras las cortinas, no existe. Es igual para todos, tanto delante como detrás, con lo cual llegas al destino hecho igualmente, una alcayata. 2º.- El güisqui ya no te lo sirven como lo hacía aquella simpática aeromoza, desde la botella, sino que te despachan una mini de plástico que se te saltan las lagrimas de tristeza nada mas verla, y ya no te digo cuando tu mismo te la sirves en ese pedazo de vaso, mas grande que la botella y del mismo material; te entra una depre que no te recuperas ni una semana. 3º.- Si te quedas dormido y vas ocupando el asiento de pasillo, debes sentarte bien, quiero decir, en ángulo de 90º y las piernas atadas entre sí porque si por un casual o mejor dicho, no tan casual, tus preciados remos no los has encajado correctamente en el minúsculo cubículo, se te pueden abrir hacia el pasillo y si en ese momento pasa, como es habitual, el carrito del servicio a toda leche, dependiendo del sentido de la conducción, te puede dar un trallazo en la rodilla que te la deja para codillo o bien en el muslo que te hace girar 180 grados, cual sillón de barbero. Y a todas estas te quedas totalmente dolorido y escuchando una enérgica voz de fondo que va diciendo, perdón, perdón, perdón, perdón… y así hasta que se disuelve en la lejanía. 4º.- También ocurre, igualito que en el espacio de la tropa,
que te toca justo delante el típico desaprensivo ineducado, que de repente invade tu pequeñísimo hueco, reclinando su respaldar hasta darte con él en la frente y escoñándote de paso la única rodilla que te ha quedado sana, tras el paso del huracanado carrito. Si eso te ocurre, que seguro que si, no le digas nada que igual se coge un rebote y te amarga el resto del viaje. 5º.- Vete comido o como harías en clase turista, llévate un bocata. Aquello de que se te acercaba plácidamente el sobrecargo –se llamaba así, al menos entonces. No es nada peyorativo- y haciendo una medio genuflexión, a la oreja te preguntaba: ¿Que va a querer el señor? Hoy tengo capón de granja de alta alcurnia alimentado con guisantes Lagrima de costa acompañado de patatitas al horno y unas verduritas o, si lo prefiere, un rape alangostado también con verduritas y salsa gocamuá de veguentrua. Bueno, aunque no entendías nada, tenias para elegir y además te lo servían con cariño, servilletas de tela y cubiertos de verdad. Y eso ya era algo. Hoy te preguntan: ¿va usted a comer o no? Como digas que si, allá tú. Te traen una bandeja de plástico, con cubiertos de plástico y sobre el plato de plástico te ponen una sustancia, también de plástico, que se supone es para que la consumas con fines fruitivos o gratificantes. Yo lo pedí, por aquello de hacer boca, pero al ver el cuadro, preferí pasar. De cualquier forma, no hubiese podido probar bocado porque hay que ser contorsionista para mover los brazos cuando tienes el respaldar de tu vecino de delante clavado en tu mismo cielo del paladar. 6º.- Estas deseando llegar a tu destino y te reconforta el hecho de que pronto, tras unos ejercicios de estiramiento en el hotel y 4 güisquis de los de verdad, la tortura, que se me antoja igual a la que pudiesen haber sometido al mismísimo Rambo durante un interrogatorio en la guerra de Vietnam, habrá quedado en el olvido. Lo peor es que todo lo que sube baja y lo que va viene, por tanto, te queda el regreso. Bueno, ofrécelo como penitencia y borra de la mente, para evitar pesadillas, la cara de tu vecino el de delante. Si esto se lo hubiesen imaginado los hermanos Wright, que ninguna culpa tienen, hubiesen cejado en su invento, pues estoy seguro que lejos de sus intenciones estaba machacar a la humanidad

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